viernes, julio 4

un canto alado de fiebres de la infancia




Una sociedad capitalista requiere una cultura basada en imágenes. Necesita suministrar muchísimo entretenimiento con el objeto de estimular la compra y anestesiar las lesiones de clase, raza y sexo. Y necesita reunir cantidades ilimitadas de información para poder explotar mejor los recursos naturales, incrementar la productividad, mantener el orden, hacer la guerra, dar trabajo a los burócratas.

Las capacidades gemelas de la cámara, para subjetivizar la realidad y para objetivarla, sirven inmejorablemente a estas necesidades y las refuerzan. Las cámaras definen la realidad de las dos maneras esenciales para el funcionamiento de una sociedad industrial avanzada: como espectáculo (para las masas) y como objeto de vigilancia (para los gobernantes).

La producción de imágenes también suministra una ideología dominante. El cambio social es reemplazado por cambios en las imágenes. La libertad para consumir una pluralidad de imágenes y mercancías se equipara con la libertad misma. La reducción de la opción política libre al consumo económico libre requiere la producción y el consumo ilimitado de imágenes.

Susan Sontag



Fragmentos del Libro "Poesía y Creación diálogos con Guillemo Boido" edición Carlos Lohló Buenos Aires - Marzo de 1980

Nota: el libro presenta cinco temas principales: "Poesía y Creación, la poesía y el poeta,
poesía y literatura, poesía y sociedad y poesía y realidad", de cada uno de estos temas he seleccionado unas pocas preguntas, que sirven, a modo de ejemplo, para admirar la inteligencia y talento del poeta. Las mismas no est�n ordenadas de la misma manera que figuran en el libro, al pie de cada una de las respuestas esta especificado a que tema corresponde cada una de ellas.





Quizà podamos iniciar esta conversaci�n rescatando algunos rasgos fundamentales de lo que llamamos poes�a moderna, desde la perspectiva de su �ptica personal. En primer lugar: �es posible definir la poes�a?



Hay en la tradici�n del budismo Zen una an�cdota, atribuida a Basho, con la que tal vez pueda contestar su pregunta. He estado explicando Zen toda mi vida, confes� una vez Basho, y, sin embargo, nunca he podido comprenderlo. Pero, dijo su interlocutor, �c�mo puede usted explicar algo que no entiende? Oh, exclam� Basho, �tambi�n tengo que explicarle eso? Definir la poes�a es una imposibilidad, una utop�a, algo que no puede hacerse. Yo preguntar�a: �se puede definir la vida? �Se puede definir la muerte, la m�sica, el amor? Sue�o de una definici�n. Quiz�s esto le hizo decir a Novalis que la cr�tica de la poes�a es un absurdo. No en vano, en el siglo XVIII el padre Feij�o, al referirse a la poes�a, hablaba de ese no s� qu�. Y no hace mucho Pedro Salinas dec�a: Todo comentario a una poes�a se refiere a elementos circundantes a ella: estilo, lenguaje, sentimientos, aspiraciones, pero no a la poes�a misma. La poes�a es una aventura hacia lo absoluto. Es decir: la explicaci�n de lo que no se comprende �en este caso, la poes�a� s�lo es posible por un �nico camino, la creaci�n. La creaci�n s�lo es explicable por la creaci�n, as� como el amor s�lo es explicable o comprensible o ubicable por el amor. Basho viv�a el Zen, lo creaba diariamente, se creaba en esa dimensi�n del esp�ritu en busca de lo absoluto. Y hay algo que los textos no se�alan, pero que nosotros sabemos: Basho era, tambi�n, uno de los m�s grandes poetas de su tiempo. La �nica manera de recibir una creaci�n, escrib� alguna vez, es crearla de nuevo. Tal vez, crearse con ella.
(Poes�a y Creaci�n)



De su poes�a parece desprenderse algo as� como una tesis acerca de la inhumanidad de la condici�n humana, porque en todo hombre hay un costado que se abre hacia el abismo. Quiz�s el sentido de ella est� dado por aquella sentencia de Porchia: No descubras, que puede no haber nada y nada no se vuelve a cubrir. Se dir�a que su obra. por el contrario, manifiesta una constante obsesi�n por esa necesidad de descubrir.

Algunos de los t�rminos que ha empleado usted no me conforman suficientemente. En primer lugar, lo de una tesis m�s o menos permanente. Yo no creo tener tesis. Tampoco me gusta la palabra obsesi�n. Dir�a mejor preocupaci�n. Es lo que en la vida interior, en esta visi�n y experiencia del mundo, uno va encontrando como lo m�s irreductible del hombre, aquello que de ninguna manera puede disimularse o esquivarse. Es probable que sean cuatro o cinco cosas, nada m�s, pero esas pocas cosas. con respuesta o sin ella, con explicaci�n o sin explicaci�n, con sentido o sin sentido, deben definir la vida. Es un problema, si se quiere, �tico. Un problema de vitalidad. Alguien dijo que rechazaba la mentira porque era una falta de vitalidad. La vitalidad es tomarlo todo como es. �C�mo es la condici�n humana? �C�mo es la vida del hombre? �C�mo es esta cosa inexplicable de nacer, durar un instante y morir? Entonces, si as� es, �c�mo puede el hombre hacer que estas cosas no definan todo lo que �l es, todo lo que �l hace, todo lo que �l vive? �nicamente minti�ndose, escap�ndose, ocult�ndose la realidad. Y all� hay otra palabra que tampoco me conforma: inhumanidad. �Qu� es lo humano, qu� es lo inhumano? Por supuesto que es inhumana la falta de respeto al ser humano, pero yo no hablo en ese sentido. �Qu� es lo inhumano con respecto a los �ltimos planteos de las �ltimas cosas? �Es inhumano sentir en un momento dado que acabamos en el vac�o? �O que el vac�o es la presencia m�s constante? �O que el vac�o no tiene presencia? Para m�, no. Para m� es lo m�s humano, pero entend�monos: lo humano con las m�scaras ca�das, lo humano en la desnudez, no en el disfraz y el convencionalismo. Claro que cuando uno se plantea estos aspectos, cuando quiere entenderlos, cuando habla de ellos, puede parecer fr�o o cruel. A Porchia, como se sabe, lo han acusado de crueldad. (Poes�a y Creaci�n)


Tambi�n a usted.


As� es. Pero, en �ltimo t�rmino, su pregunta estaba referida al vac�o, al abismo. Claro, las cosas, y nosotros con ellas, no tienen sost�n. Los seres humanos no tenemos sost�n. Todos los aparatos y los sistemas son disimulos transitorios. El hecho radical es que de pronto nos encontramos existiendo, nos parece que hay otros existiendo con nosotros, que hubo otros antes, y sabemos que vamos a dejar de existir en brev�simo plazo. No nos conforman las explicaciones, ni los cuerpos de ideas, ni las doctrinas, ni los dogmas que pretenden darle a todo esto una coherencia y una significaci�n. Entiendo que el primer requisito es situar al hombre en su absoluto despojamiento. Y es all� donde aparece lo que podr�amos llamar el milagro. Porque, �qu� sentido tiene que en esta situaci�n el hombre cree algunas formas que aparentemente tambi�n se van a deshacer? (Poes�a y Creaci�n)


�sa parece ser la pregunta fundamental.


Es claro, porque todo esto es, me parece, un quehacer en el abismo. Y se vincula con otra cosa, que es el sentido de los l�mites Vivimos entre l�mites y, sin embargo, en lo m�s entra�able, uno siente que no hay l�mites.
Pues lo ilimitado no sostiene a nadie: s�lo los l�mites sostienen. Pero, �c�mo es posible entonces que esa especie de esencial reconocimiento y aun b�squeda o vocaci�n por lo que no tiene l�mites no tenga un sentido? No quiero plantear esto discursivamente, porque todo planteo discursivo es aqu� absolutamente incompleto y pobre. De esto solamente pueden darse algunos destellos por medio de esa transposici�n que es la poes�a, por ese constante cambio de niveles y de dimensi�n que es la poes�a. Y voy a esto: yo siento que a trav�s de la poes�a esa b�squeda cobra vida, calidez, que todo esto no es fr�o, no es inhumano, no es c�lculo m�s o menos inteligente, sino que es la angustia esencial del ser humano, as�, estremecida. Pero, una cosa es este estremecimiento y otra es la incontenci�n, el sentimentalismo, la verborragia f�cil y desahogante, pero nada m�s. (Poes�a y Creaci�n)



Es posible que ciertos episodios o experiencias particulares de su vida nos permitan indagar desde otra perspectiva el sentido de la poes�a y, en especial, el d�, la que usted ha escrito. No es mucho lo que se conoce de su biograf�a. �Acaso ha querido ocultar al poeta detr�s de la poes�a?


Cada vez que me interrogan sobre circunstancias concretas de mi vida me siento un poco desconcertado. No me parece importante para los dem�s mi biograf�a, aunque pueda serlo o no para m�. Por eso nunca me he preocupado por transmitir datos o hechos acerca de m� historia personal. Ha de haber otras razones, y esto no es pura paradoja: vivo mucho m�s hacia el presente o hacia el futuro que hacia el pasado. Es m�s: alguna vez he cre�do que el olvido, en m�, era una especie de salud del esp�ritu. Yo no puedo vivir pendiente de experiencias del pasado y lo cierto es que no recuerdo demasiados detalles, aunque desde luego siempre perduran ciertos destellos o rel�mpagos en la memoria. Tal vez �stos alimenten tambi�n a la poes�a, pues todo la alimenta, pero creo que aquello que en lo esencial la nutre es m�s profundo, m�s secreto, m�s indecible. Por otra parte, siento que las indagaciones sobre m� vida constituyen una interferencia innecesaria. La poes�a no se explica por circunstancias exteriores, aunque �stas puedan satisfacer m�s o menos la curiosidad o el exhibicionismo de ciertas personas. Mucho m�s que las vinculaciones entre poes�a y biograf�a interesa la relaci�n entre la poes�a y la vida interior. M�s all� de la biograf�a, la biolog�a, la psicolog�a y la historia, habr�a que cultivar un saber de la profundidad y el abismo humanos, no con la pretensi�n de explicar totalmente al hombre, sino con la humilde ambici�n de comprender un poco mejor sus fundamentos, su hondura, sus alcances, sus misterios de fondo. Creo que entonces terminar�amos por comprender que toda vida, si se la vive en profundidad, puede desembocar en la poes�a. (Poes�a y Creaci�n)


Pero al menos podr� referir algunas experiencias claves, en especial las que sirvan para aproximarnos al nacimiento de su quehacer po�tico. Cuando usted public� su primer libro ten�a treinta y tres a�os. �Qu� hubo antes?


Tal vez podr�a mencionarle algunas cosas que recuerdo m�s. En los a�os anteriores a aquel en que publiqu� mi primer libro, yo hab�a vivido, digamos por inclinaci�n, por estructura vital, un alto grado de soledad. De soledad positiva, de reconcentraci�n en aquello que a m� me seduc�a en cuanto a poes�a, a creaci�n, a arte, a meditaci�n y contemplaci�n. Quiz� ello aclare algunas cosas. Sospecho que sin una contemplaci�n lo m�s profunda posible de la poes�a que se ha hecho, de la poes�a anterior, es muy dif�cil atreverse a escribir una l�nea y pretender que esa l�nea tenga alguna validez. Otra cosa muy distinta es escribir por simple desahogo o por la sospecha de que escribir es importante y puede reportar alguna forma no muy habitual de consideraci�n o prestigio. �Qu� otro detalle puede ser significativo en esa prehistoria? Bueno, tal vez que pas� mi primera infancia lejos de la ciudad, y seguramente esa circunstancia me habr� ense�ado a ver mejor los seres y las cosas. Y algo m�s: la dimensi�n religiosa que acompa�� a mi ni�ez y que de alg�n modo debe haberme marcado, aunque luego me apartara de sus aspectos exteriores. (Poes�a y Creaci�n)



�C�mo caracterizar�a la actividad del poeta? �Un oficio? �Un destino?



He cre�do siempre que la poes�a no es un oficio o una profesi�n, sino una forma de vida. �Un destino? S�, es un destino. No s� si es pretensioso decir que uno asume un destino, pero supongo que hay formas conscientes e inconscientes de elecci�n y asunci�n de eso que llamamos un destino. �Qu� es un destino? Supongo que debe ser una necesidad, la necesidad profunda de vivir de determinada manera y no de otra, de hacer esto y no aquello, de sentir que cuando uno no hace lo que est� dentro de esa concepci�n de la vida o de lo que debe ser la propia vida, est� afuera de lo que es de uno. No entiendo, por supuesto, el destino como una especie de predeterminaci�n, sino m�s bien de una determinaci�n, pero de una determinaci�n que debe ser asumible, que de alguna manera admite la libertad de decisi�n. Recuerdo aquel pensamiento de Dem�crito de que todas las cosas est�n hechas de azar y necesidad. Es decir: de algo imprevisible, aparentemente casual, y al mismo tiempo imprescindible y determinado. Pero yo pienso que, cuando hablamos de destino en relaci�n con la poes�a y la creaci�n, es preciso agregar ese otro elemento fundamentalmente humano que es la libertad. La poes�a es destino o no es. Pero es destino si el destino comprende azar, necesidad y tambi�n libertad, lo cual es se�alar de alguna manera que no hay destino en la poes�a sin creaci�n. Habr�a que preguntarse por qu�, entonces, uno elige ser poeta, elige eso que se le ha demostrado que es algo grave, como modo de vida. �Uno elige ser poeta? Es duro decir que s�. Hay algo que viene de atr�s aunque no sea una predeterminaci�n absoluta, que de alguna manera lo prepara o lo decide. �Qu� ser�a esa preparaci�n? No lo s�, nunca he estado convencido de las cosas que explican los psic�logos, los psicoanalistas, de que las primeras experiencias de la vida deciden la vida. por ejemplo. No s� c�mo juega aqu� la herencia, no s� c�mo juegan las experiencias infantiles, c�mo juega el hecho de haber estado m�s o menos solo, c�mo juega lo temperamental, si se es m�s bien retra�do o expansivo. Pero supongo que s�, que un complejo de esas cosas o condiciones deben colaborar previamente a esa especie de elecci�n de eso que parece un destino. (La Poes�a y El Poeta)


�Por qu� la poes�a?


Yo no he podido nunca separar bien lo que es expresi�n de lo que es comunicaci�n. Cuando leo esos an�lisis por donde rondan la ensay�stica, la filosof�a o la cr�tica literaria, que manejan estos lugares ya demasiado comunes, no entiendo bien c�mo puede separarse el hecho de la identidad del hecho de la comunidad o integraci�n con una unidad superior. Yo s�, creo saber, que solo no soy nada, que aislado de todo lo que constituye lo que entiendo por realidad no existo. Esto me parece evidente. Nada existe solo. Pero yo no puedo separar eso del hecho de lo que soy dentro de esa totalidad, o sea, mi identidad. Encontr� no hace mucho, en un trabajo bastante conmovedor, la idea de que gran parte de la perturbaci�n y la violencia tremenda del momento que vivimos se debe a una crisis del sentimiento de identidad, ya que la gente no puede reconocerse como lo que es o lo que podr�a ser, no puede reconocerse como parte de una totalidad. Supongo que en algunos momentos de la historia debe haber existido ese sentimiento m�s que ahora, porque en la actualidad hay una serie de condiciones o de interferencias que lo perturban muy especialmente. Entre las interferencias posibles �hay miles� est� la lucha infernal por el �xito, el dinero, el poder y, adem�s, ese factor disolvente de la caridad humana que es la comunicaci�n masiva, a trav�s de los medios que nos abruman cotidianamente. (La Poes�a y El Poeta)


La soledad ser�a un deseo, en el fondo, de identidad. Pero entonces, �por qu� optar por la palabra y no por el silencio?


Voy a eso. Porque el sentimiento de formar parte de algo mayor que uno es el sentimiento de formar parte de la humanidad, de integrar con otros seres, en la misma situaci�n y el mismo destino, una aventura com�n. Y la comunicaci�n con esos seres se da, b�sicamente, a trav�s de la palabra.
(La Poes�a y El Poeta)


Es decir, usted siente que all� la palabra no fracasa.


Exactamente. La poes�a es uno de esos pocos lugares donde la palabra no fracasa. O donde, al menos, puede no fracasar. (La Poes�a y El Poeta)

�Hay otros lugares?

Yo dir�a que hay solamente otros dos: el amor y la amistad. (La Poes�a y El Poeta)


�Por qu�?

Porque tambi�n all� la palabra es celebraci�n y coincidencia.(La Poes�a y El Poeta)


En algunos poemas suyos hay reminiscencias de aquella experiencia religiosa que parece ser una clave importante para comprender su obra. Por ejemplo, cierta afirmaci�n de fe en la necesidad de la vida. Y tambi�n el rescate de un sentido religioso de la vida que trasciende lo puramente formal o externo. �Es as�?


Creo en la vida. Dicho as� parece muy general, pero no lo es. Amo entra�ablemente la vida, y siento que es tan rica y tan formidable, aunque sea un instante y no tenga explicaci�n, que tengo que afirmarla. No por obligaci�n: la tengo que afirmar porque estoy vivo. Ahora esa fe en la vida involucra algo m�s, que s� me ha perturbado, me ha preocupado buenamente. Adem�s, �qu� es un hombre sin preocupaci�n? No es nada. Voy a esto: es formidable la fe que no tiene un objeto determinado, algo as� como la fe en la fe. En alg�n poema lo he dicho. Yo siento en este momento que la fe, aunque no sepa en qu�, es la clave del hombre, la clave de estar vivos. Por otra parte, no he perdido el sentido de lo religioso, sino que lo mantengo intacto, creo que fortificado. Lo que he perdido son los nombres. Lo que he perdido es cualquier sistematizaci�n de lo religioso. Le dir�a m�s: he perdido ciertas confortables esperanzas o compensaciones que da lo religioso. Pero a mi ver lo religioso no es eso, sino algo que ya he mencionado reiteradamente: el sentir que uno forma parte de un todo. Quisiera agregar que la poes�a, para m�, ya no es salvaci�n ni condena en aquel sentido tradicional, sino simplemente destino. Y esto lo he puesto en un poema: El cielo ya no es una esperanza, / sino tan s�lo una expectativa. / El infierno ya no es una condena, / sino tan s�lo un vac�o. // El hombre ya no se salva ni se pierde: tan s�lo a veces canta en el camino. (La Poes�a y El Poeta)


Me gustar�a que mencionase algunos poetas contempor�neos que hayan sido particularmente importantes para usted.


Siempre hay ciertos poetas que uno quiere, que alimentan m�s que otros. Me asusta un poco lo de contempor�neo, porque no entiendo bien si lo contempor�neo es lo que hist�rica o cronol�gicamente todav�a no ha muerto o aquello que a m� me parece que est� vivo. Podr�a sentir como contempor�neos a muchos poetas que han muerto y a quienes admiro, como Rilke o Porchia. M�s que dar nombres, prefiero pensar en la influencia de toda la literatura sobre toda la literatura o de toda la poes�a sobre toda la poes�a. Me interesa especialmente aquella idea de Eliot referente a que toda obra nueva mueve a todas las dem�s, pasadas, presentes y futuras. Y se�alar�a adem�s algo que me resulta significativo en este momento, que creo reconocer, y es que hay una especie de contracorriente que se est� generando en muchas partes del mundo en cuanto a una b�squeda de la esencialidad de lo po�tico, a un nuevo ahondamiento, m�s all� de mucha demagogia po�tica que tuvo bastante �xito no hace mucho. Es como si ciertas dificultades, ciertos problemas muy serios que se han agravado en el mundo en estos a�os, hubieran vuelto a convocar un nuevo entra�amiento de la poes�a, en busca de algo as� como el fuego interior, aquello que el hombre puede conservar, aquello que puede hacerlo vivir aunque carezca de todo lo dem�s. Tal vez est� ah� la clave de ese retorno a las fuentes. (Poes�a y Literatura)


Usted ha escrito, a prop�sito de Porchia, que lo lleva consigo "por reconocimiento, por elecci�n y por destino". �Cree que al menos parte de su obra se ha cumplido a partir de ciertas propuestas de Porchia? �O esa influencia se ha limitado al plano de su relaci�n personal con �l?


Conozco bastante el caso de Porchia, por todos los lazos que me unieron a �l y que me seguir�n uniendo, por supuesto. Me parece que lo que me ha unido a Porchia es sentir que nos mov�amos en una misma dimensi�n en cuanto a b�squeda de la realidad �ltima. Quiero mucho su obra. Sin embargo, no creo que las l�neas, las formas de configuraci�n expresiva, los modos del lenguaje seguidos por Porchia y buscados por m� sean an�logos. Dir�a que hemos andado por caminos asociados pero no similares. Lo que importa en Porchia es su actitud ante lo real, actitud que comparto. Es decir, yo he encontrado en Porchia y en su poes�a un alto grado de excelencia, eso que desde siempre he cre�do que era la sabidur�a. Pero esto es una especie de correspondencia espiritual, aunque no necesariamente formal, si bien en la obra de ambos puedan revelarse afinidades. Adem�s, �l mismo me dec�a algo parecido. �Cu�les son las diferencias? Es f�cil darse cuenta de que en Porchia no hay una adhesi�n demasiado intensa o evidente a la imagen po�tica. El lenguaje de Porchia es m�s directo, m�s despojado, con aspectos admirables, como la funci�n decisiva que cobra en su expresi�n el uso de las reiteraciones. (Poes�a y Literatura)

Y la ant�tesis.

Bueno, yo dir�a que en ese aspecto s� estamos asociados. Y tambi�n en el uso de categor�as absolutas. Pero en muchos otros elementos que podr�an atestiguar un lenguaje po�tico, me parece que no somos demasiado semejantes. (Poes�a y Literatura)

Es verdad, pero la pregunta apuntaba a explicitar lo que podr�amos llamar la gravitaci�n personal, la fermentalidad de Porchia.


Es que �l era un ser humano sencillamente admirable. Y su obra es ejemplar en cuanto a entrega al reconocimiento del ser, al reconocimiento de la realidad. Es muy dif�cil encontrar otro escritor en donde eso aparezca as� como algo material, como algo que uno puede palpar, tocar, que tiene peso. La obra de Antonio Porchia me vino a confirmar en la b�squeda de eso que he llamado lo vertical. Me ayud� adem�s a aprender c�mo una vida puede conjugarse con una actitud interior. Por otro lado, algo que me parece muy importante: no perder de vista la escala total de la realidad que le es dado percibir al hombre. Creo que la mayor parte de los hombres carecen de realidad, se conforman con una zona m�nima de la realidad. Por eso, aunque crean vivir en las circunstancias m�s concretas viven en la abstracci�n. La p�rdida de vista de la situaci�n integral del ser humano en la escala total de las cosas es lo m�s opuesto posible a lo que llamar�amos superficialmente realismo. En Porchia, en cambio, era al rev�s. Para �l la realidad era desde ir a buscar las verduras al mercado o trabajar en su jard�n o tomar con unos amigos un vaso de vino con un poco de queso y salame, hasta plantear las �ltimas instancias de lo posible y lo imposible, de lo real y lo irreal. Yo siento que la vida del hombre tendr�a que ser as�, no la cosa �nfima, min�scula, de quien se conforma solamente con lo que est� al alcance de sus manos. Por eso digo que con Porchia hubo b�sicamente un aprender a "escarbar" en la misma zona, un aprender de �l esa actitud del hombre que no se conforma con lo apa�rente y, sin embargo, mantiene un grado de humanidad, de compasi�n, de comprensi�n hacia los dem�s seres humanos como he encontrado muy pocas veces. �C�mo alcanzar eso? Ah� est� la pregunta. �Eso es la poes�a? S�, si se le agregan las palabras para decirlo. (Poes�a y Literatura)

Tal vez muchas de estas reflexiones al borde de la obra de Porchia sean perfectamente aplicables a su propia obra y a su concepci�n de la poes�a.

Esa conclusi�n corre por su cuenta. Pero yo le preguntar�a si es posible hablar de cualquier cosa que ame�mos sin hablar de nosotros mismos. (Poes�a y Literatura)


Es notoria su actitud a negarse a ser promocionado e inclusive a ser objeto de una nota period�stica. �A qu� se debe?

Siempre me ha parecido mejor, y hasta beneficioso para la higiene del esp�ritu, no confundir los �mbitos de la poes�a, la vida cultural, la pol�tica cultural y aun la literatura en general. La poes�a nace y se inserta en el silencio que no pasa. Por ello, y muy especialmente, he desconfiado de la dimensi�n que suelo llamar "socioliteraria", o sea ese juego de intereses, de motivaciones, de apetencia de �xito, de b�squeda de reacciones, que suele preocupar a los escritores y a los poetas. Se me ocurre que en cualquier tipo de b�squeda profunda hay una responsabilidad mucho m�s grave en cuanto a no caer en los mecanismos habituales de promoci�n o autoexaltaci�n. Creo que el entrar en todo ese aparato perturba casi inevitablemente el recogimiento, la concentraci�n y el trabajo de fondo. Mi objetivo no es el �xito ni lo ha sido nunca. Esto mucha gente no lo comprende. Mi objetivo es sentir que estoy viviendo lo que creo que debo vivir. El ojo p�blico, la promoci�n me parecen cosas insustanciales y peligrosas. Me interesa mucho m�s un di�logo profundo con alguien que aparecer en una nota. �Eso significa desde�ar la opini�n de los dem�s? No. Significa saber que todo eso es aleatorio, es secundario, que todo eso no puede ni debe afectarme en lo que yo me propongo. Adem�s hay otra cosa: creo que una de las pruebas m�s duras que se le presentan a veces al poeta, al artista, es la aceptaci�n de su marginalidad. La sociedad actual est� hecha para que luzcan las "estrellas", para que se promuevan las motivaciones del d�a. Hasta podr�a ser una cuesti�n de ritmo: los ritmos aparentes, hijos de los intereses moment�neos, de las seducciones comunitarias o circunstanciales, no hacen juego con lo que uno es. Ya dijimos que los medios masivos implican una falta de caridad humana. Y aparte del aspecto comercial, ofrecen esencialmente espect�culo, algo que la poes�a no es. Por otra parte, tambi�n puede ser un asunto temperamental. A m� me sucede que, as� como aprecio el di�logo porque me enriquece, al mismo tiempo me empobrece la presencia de mucha gente. Necesito silencio. Por otro lado, desconf�o extremadamente de tratar de publicitar las b�squedas profundas con los mismos recursos, con los mismos instrumentos con que se hace la propaganda de los art�culos de consumo. Debo confesar que he tenido mucha suerte. Jam�s ped� que me publicaran un libro. No he solicitado nunca una nota, un art�culo. He tenido mucha suerte porque, sin provocarlo y sin pedirlo, en estos �ltimos a�os sobre todo, han aparecido las ediciones y los comentarios. O sea que hoy, m�s convencido que nunca, creo que el acto de fe inicial debe mantenerse en su totalidad. Eso no significa de ninguna manera negarse a quien de un modo o de otro parece haber comprendido esa b�squeda y quiere hablar conmigo. Por otra parte, tambi�n as� puede darse un modo de llegar imprevisiblemente a otra gente, o sea, de comunicarse con ella. Pero una cosa es que eso suceda con naturalidad o por buena fortuna, y otra muy distinta es dedicarse a buscarlo. (Poes�a y Literatura)

�No cree que muchos escritores, ganados por la seducci�n de la vida socioliteraria, han sufrido una especie de atrofia que limita sus posibilidades de seguir creando?


Entre las m�ltiples asechanzas que amenazan al escritor y muy especialmente al poeta tendr�amos que se�alar la que hace primar las relaciones exteriores de la literatura sobre las relaciones interiores. Y as� como hablamos de enfermedades hep�ticas o cardiovasculares, bien podr�amos hablar aqu� de una enfermedad literaria. �Qu� entendemos por ello? La obsesiva preocupaci�n, no por lo que es la literatura, sino por lo que se est� haciendo en relaci�n con ella. Es la obsesi�n por la noticia literaria, la preocupaci�n por lo que se dice de lo que se escribe. Desde luego, quien est� enfermo de literatura ver� amenazada su posibilidad de crear, y aun puede quedar totalmente inv�lido para la creaci�n. Esto me evoca algo que ha se�alado Jaspers, cuando habla de dos dimensiones inaut�nticas en cuanto a las relaciones humanas: la curiosidad y la charla. Por supuesto, no se refiere a la curiosidad como ese impulso que nos lleva a indagar lo desconocido y que est� en el origen de la ciencia, el arte o la filosof�a. Jaspers menciona a la curiosidad y a la charla como formas de preocupaci�n por lo que se dice del ser m�s que por lo que el ser es. Algo parecido podr�amos se�alar con respecto a la literatura. Hay un estado del escritor en el cual la ansiedad por lo que ocurre con lo que ha escrito se transforma en algo patol�gico. Y muy vinculado con esto tendr�amos otra calamidad: la paraliteratura. La paraliteratura admite muchas modalidades, pero todas ellas consisten en vivir en la periferia de la literatura y no en el centro, por incapacidad, indecisi�n, limitaci�n y muchas otras razones posibles. Es una forma de parasitismo que consiste en vivir de dar vueltas alrededor de la literatura. No vamos a enumerar aqu� una serie de profesiones que est�n centradas en la paraliteratura y que en buena medida se caracterizar�an por vivir de la literatura: no en ella ni con ella, sino de ella. Creo que la enfermedad literaria y la paraliteratura admiten un origen com�n, y por eso no es extra�o que, cuando el paraliterato se convierte en escritor, enferme de literatura. Y viceversa, que el escritor enfermo de literatura, por impotencia, se convierta en paraliterato. Aprecio en especial a los creadores que saben mantenerse al margen de la enfermedad literaria, la paraliteratura y la vida socioliteraria. No me parece casual que aquellos poetas argentinos a quienes mencion�bamos a prop�sito de la atenci�n que han sabido despertar me refiero a Porchia, a Orozco, a Molina, entre otros formen parte tambi�n del grupo de creadores que han evitado este tipo de seducci�n. Creo que es necesario saber eludir, y a�n m�s, renunciar, a todo aquello que se parezca a confabulaci�n, intriga, falsedad acomodaticia, a fin de preservar de alg�n modo el n�cleo creador, que no admite la b�squeda de otras ventajas. Y esto me lleva a otra sospecha. Me parece que hay dos retrocesos que se le plantean al creador como exigencias para seguir si�ndolo. Uno de ellos debe darse ante el �xito, sus enga�os, sus tentaciones. Y el otro, dentro de su propia obra, cada tanto, no para volverse m�s imperfecto sino para recuperar sus fuentes. (Poes�a y Literatura)


Bien podr�a ocurrir que una de esas personas que se acercan a usted para hablar de su b�squeda fuese alguien que quiere convertirse en poeta. �Qu� le dir�a?


Tal vez no me atrever�a a decirle nada. O quiz�: que trate de alcanzar a no poder distinguir entre la poes�a y el hombre. Que no se trata de encontrar una receta para el miedo, sino de transformar el propio miedo en la dolorosa alegr�a de crear. (Poes�a y Literatura)


Habitualmente se sobreentiende que el artista crea para un publico determinado, que en �ltimo t�rmino decide el �xito y el fracaso de su obra. En el caso de la poes�a �para qui�n se escribe?


No creo que se escriba para tal o cual lector, sino b�sicamente para uno mismo, para ser uno mismo, bajo la presi�n de una necesidad y contra una resistencia que, en el caso del poeta, es particularmente fuerte. Dijimos que la poes�a equivale, para el poeta, a alguna forma de salvaci�n. �La salvaci�n de qui�n? En primer lugar, la de s� mismo. Pero si vinculamos esta idea con otras que mencion�bamos a prop�sito de la expresi�n y la comunicaci�n, vemos que esa salvaci�n equivale a la salvaci�n del hombre: en s� mismo y en los dem�s. Y agregar�a algo: creo que esa capacidad de salvaci�n es la que mide el valor de una obra, y no los par�metros usuales, tales como la popularidad o el �xito. El reconocimiento p�blico de cualquier poeta profundo, me parece, tiene mucho de malentendido, en aquel sentido del t�rmino que analiz� magistralmente Camus. Y ello ocurre porque habitualmente se recoge una parte u otra de su obra, pero nunca toda su obra. Es un reconocimiento tangencial y se parece al malentendido. (Poes�a y Sociedad)


Y a veces ese reconocimiento es un tanto fantasmal porque al poeta ni siquiera se lo ha le�do. Entre la poes�a el lector suele haber demasiados intermediarios.


Que no son solamente los intermediarios del libro: editores, libreros, distribuidores. Hay otros, tales como el que hace rese�as bibliogr�ficas o esas aparentes cr�ticas en diarios y revistas, de las que ya hemos hablado. �Qu� pasa con ellos? Salvo raras excepciones, todos son comerciantes. Y la poes�a es el anticomercio. (Poes�a y Literatura)


�Por eso "no se vende" el libro de poemas?

La poes�a, ineludiblemente, pone en crisis. Y nadie compra crisis. La crisis no tiene valor de mercado. Adem�s, nadie compra frustraciones. Y en el fondo de todo hombre, me parece, hay un poeta frustrado. Consciente o inconscientemente, siente que eso est� en la poes�a que no compra. Claro que tampoco basta con comprar ese libro de poemas: es necesario leerlo, y ya sabemos que eso requiere una capacidad de entrega y recreaci�n no muy habitual entre lo que frecuentemente se denomina "p�blico lector". Recuerdo un art�culo de Pedro Salinas, Defensa de la Lectura, donde hace una distinci�n entre lo que llama lector y lo que llama leedor. Y aclara que no basta ni siquiera con ser lector, sino que hay que ser actor. Ah� me parece que est� la clave. (Poes�a y Literatura)

�Tiene la poes�a un futuro?

Yo preguntar�a: �es suplantable la muerte, el hombre, el misterio, el infinito? �Es suplantable la palabra en relaci�n con todo eso? Si las respuestas son no, la poes�a s� tiene un futuro. El futuro de la poes�a es como su pasado: para ella no existe el tiempo. La poes�a es. (Poes�a y Literatura)



habla juarroz
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