martes, septiembre 30

complices




En el gran cielo de la poesía, mejor dicho,
en la tierra o mundo de la poesía

que incluye cielos, astros, dioses, perros y mortales,
está cantando el ruiseñor de Keats, siempre,
pasa Rimbaud empuñando sus 17 años

como la llama de amor viva de San Juan,
a la Teresa se le dobla el dolor y su caballo

triza el polvo enamorado Francisco de Quevedo y Villegas,
el dulce Garcilaso arde en los infiernos de John Donne,
de César Vallejo caen caminos

para que los pies de la poesía caminen,
pies que pisan callados como un burrito andino.
Baudelaire baja un albatros de su reino celeste,
con el frac del albatros,

Mallarmé va a la fiesta de la nada posible,
suena el violín de Verlaine en la fiesta de la nada posible,
recuerda que la sangre es posible en medio de la nada,
que Girondo liublimará perrinunca lamora
y girarán los barquitos de tuñón

contra el metal de espanto que abusó a Apollinaire
oh lou que desamaste la eternidad de viaje,
el palacio del exceso donde entró la sabiduría de Blake,
el Paco Urondo que forraba en lamé la felicidad

para evitarle fríos de la época.
Roque Dalton que trepaba por el palo mayor de su alma

y gritaba "Revolución" y veía la Revolución

y la Revolución era la sola tierra firme que veía
y Javier Heraud que fue a parar tiernísimo a la selva
y abrió la selva de la boca con su torrente claro
y el padre Darío que a los yanquis dijo no,
como Sandino dijo no
y el frente amplio de la poesía

y de la guerra les volvió a decir no
y Nicaragua brilla en su ejercicio de amar.
Martí yendo y viniendo por el aire

con los muertos queridos que vió volar como una rosa blanca.
¿no ves a mis Zack volar por el aire ochenta años después?
¿estás despierto para que sigamos diciendo no?
los muertos se ponen pálidos como magdalena

cuando amasaba sus panes con más lágrimas que harina,
hasta que venga el día,

día en que toda América Latina subirá lentamente,
amorosamente, navegando como hacen mis planetas del sur,
ahora canta el ruiseñor del griego al fondo de los siglos,
pasa Walt Whitman con el ruiseñor al hombro

cantando en paumanok,
pasa el comandante Guevara a hombros del ruiseñor,
pasa el ruiseñor que se alejó de la vida
pasa zack otra vez

callado como burrito andino,
en representación de los que caen por la vida,
pasa la luna de rosados dedos,
pasa Safo abrigando al ruiseñor,
que canta, canta, canta.


Juan Gelman , Ruiseñores de nuevo

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