Cae la tarde nuevamente
sobre esta ciudad prestada
en la que vivo
y sobrevivo tus ausencias,
no es difícil recordarte,
pues llevo tu aroma enredado
en las ramas de mi mente,
por ejemplo,
recuerdo que te amaba,
que amaba tu risa
y la forma como me veías.
En esta ciudad de calles frías
bajo un cielo que yo no reconozco
busco la sombra de tu cuerpo
caminando junto al mío
y sencillamente no la encuentro.
No me duele la ciudad
con sus calles ajenas,
ni el silencio,
ni el cielo desconocido,
lo que duele es la certeza
de saber que ya no volverás
a estar conmigo,
que las aves de tus manos
vuelan ajenas y la luz de tu sonrisa
ilumina otros caminos.
Voy a seguir recordándote
en esta tarde que cae
sobre mi ciudad prestada,
voy a buscar sombras
que acompañen a mi cuerpo,
quiero oír que alguien se ría,
quiero conocer de nuevo el cielo.
Otra vez la rumba
el poemario del mexicano Arturo Quetzalcoatl Torres
Herrera fue presentado el 25 de noviembre de 2005, en una lectura abierta en el auditorio de la Escuela Libre de Psicología de la ciudad de Puebla, México, durante la II Miscelánea Erótica de Pintura y Poesía organizada por el poeta
Mario Viveros. En aquella lectura también participaron los poetas
Eugenio Pacheco y Reynaldo Cervantes, así como la poetisa Gabriela
Puente.
Verbos
Es una mujer llena de verbos,
los lleva en todo el cuerpo,
saltan de su pelo a la hora del amor,
te tropiezas con ellos en su sur y en su norte,
los sorbes de su lengua y sus labios,
¡está inundada de verbos!
Envuelto en su piel he aprendido a
morder,
besar,
tocar,
chupar,
acariciar,
sentir,
comer,
amar,
quemar,
gozar,
gritar,
venir,
entrar,
mover,
subir,
bajar,
llorar,
reír,
cantar...
Ella inventa verbos cada día
y es mi deber el descubrirlos,
por eso acudo cada noche
al diccionario de su cuerpo.
El silencio de los amantes
El silencio de los amantes
es la balanza de la locura,
está repleto de miradas
y toques mágicos,
de mensajes y de caricias.
El silencio de los amantes
es una nube
que los envuelve y los aísla,
que los hace flotar
en el agua de una mirada
o en la sombra de una ojera.
El silencio de los amantes
detiene el tiempo
y trastoca las leyes de la naturaleza,
es así que se ha sabido
de qué color es el deseo
y se ha podido establecer
el peso exacto de un suspiro.
El silencio de los amantes
es la cuna del pecado y del perdón,
es el inicio y el fin de los apetitos,
el regalo de algún Dios.
El silencio de los amantes
es cosa sagrada,
viene después del amor
o aparece unos segundos
antes de una nueva batalla.
gustaaaaa que buen pluma asi asi
miércoles, diciembre 3
Ciudad prestada Arturo Quetzalcoatl Torres Herrera
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