de una ciudad de conmovidas piedras
-a la que obviaron un destino
-a la que obviaron un destino
de naufragio y ceguera
y el invierno -que agobia oscuramente-
es la pared de su verdín cubierta,
no es fácil Garcilaso
ni la Egloga;
-aún el helado visitante filtra
su humor entre las piedras-mírenlo
-alumnos de poesía- y miren
el vaticinio de las quemas…
No es fácil ver
cuando la calle llega
con sus volados árboles y muros
y entre hojas y lágrimas nos ciega.
Ni enviar un ramo de palabras tristes
cuando la carta obstina
en barajar sus fechas…
De “Poemas de la ciega” 1968
y el invierno -que agobia oscuramente-
es la pared de su verdín cubierta,
no es fácil Garcilaso
ni la Egloga;
-aún el helado visitante filtra
su humor entre las piedras-mírenlo
-alumnos de poesía- y miren
el vaticinio de las quemas…
No es fácil ver
cuando la calle llega
con sus volados árboles y muros
y entre hojas y lágrimas nos ciega.
Ni enviar un ramo de palabras tristes
cuando la carta obstina
en barajar sus fechas…
De “Poemas de la ciega” 1968
DEL TERCER MILENIO: SONETO
DESGARRADO.
DESGARRADO.
Almuerzo de trabajo con los dueños,
con politólogos, con empresarios.
negra bandera, huesos de corsarios,
ondea en la vigilia y en los sueños.
No habrá albergue ni templo ni un asilo.
Como barquitos contra la escollera,
tus hijos no abandonan la pollera.
La madre sabe que penden de un hilo.
¿Qué harás con campo y sin la maquinaria,
con la fruta caída en la tormenta,
paria en cualquier lugar y sólo paria...?
Quiero el salto del agua, no remansos;
ser uno más en los asentamientos.
Quiero la santa furia de los mansos.
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